Esquema del artículo
Está amarillo
Como podréis haber visto los que tenéis acceso a las imágenes, en el artículo de “Una nueva vida” podéis observar como Ángel, especialmente la foto en la que está tomando el pecho, tiene un aspecto un poco de Simpson. Los de las serie, por supuesto.
Y no lo digo porque le faltara un dedo, sino por el color amarillento de su piel.
Nosotros nos dimos cuenta de que tenía un color un poco extraño, pero no fue hasta las once de la noche que se confirmó. Cuando con el cambio de turno de enferemas vino Carmen a ver cómo seguía el pequeñín y exclamó:
Pero si está amarillo
Salió de la habitación y al poco volvió con algo parecido a un pictómetro.
Le hizo las pruebas pertinentes y nos confirmó que tenía ictericia neonatal. Que no nos preocupáramos, que era totalmente normal en bebés prematuros y que casualmente estaba habiendo muchos casos durante los últimos días. Lo único, es que seguramente tendríamos que extender nuetra estancia en el hospital un par de días más para controlarlo e irnos a casa tranquilos.
La vida post-parto en el hospital
Además de este pequeño susto, el resto de la estancia fue totalmente normal, sin sobresaltos ni sustos, aprendiendo todo lo que pudimos de todos los médicos y enfermeras que pasaban por allí, que tenemos que decir que nos trataron de maravilla y nos explicaron todos los cuidados que necesita un recién nacido, cosa que nosotros como papis primerizos desconocíamos totalmente, ya que tampoco nos habíamos leído ningún manual ni nada por el estilo, íbamos a la aventura.
Por la mañana esperábamos ansiosos la visita de los médicos, para que nos pusieran al tanto de cómo iba su ictericia. Cuál es nuestra sorpresa cuando, en una de las visitas un pediatra nos cuenta que tiene una clavícula rota y nadie se había dado cuenta.
El caso es que teníamos que tenerlo apoyado siempre del lado izquierdo para que soldara bien el huesecito.
Compaginando las noches en el hospital, con viajes a Albatera a terminar la interminable mudanza, esos días se me hicieron interminables…
Pero bueno, volvamos al hilo del tema principal, que me voy por otros derroteros.
El proceso de registro
Gracias a Dios, o a otra persona, el proceso del registro de un recién nacido en el hospital universitario de la Arrixaca se puede realizar allí mismo, sin salir del hospital.
Lo que es de agradecer, ya que si no te tendrías que ir al registro civil, buscar aparcamiento, hacer cola una semana para que luego te digan que tienes que volver al día siguiente.
El caso es que el registro en el hospital se simplifica, pudiendo pedir cita previa mediante una llamada. Creo recordar que podías llamar cualquier día a cualquier hora, pero la cita te la daban para horario de oficina.
El caso es que me dieron cita para el martes a las 9 de la mañana, que es cuando abren. El primero de la mañana.
Y allí estaba yo, como buen español, a las 8:50 haciendo cola. Una cola de una sola persona.
En un primer instante pensaba que me había equivocado de sitio. Pregunté en las oficinas colindantes y todas coincidían en que era esa la puerta del registro.
Metiendo a todos los funcionarios en el mismo bote
No me gusta generalizar, pero flipa la perra con los funcionarios. Las 9:10 y aun no ha aparecido nadie por el registro.
Los compañeros de la chica que supuestamente llevaba el registro la excusaban diciendo que venía a trabajar en autobús público y que por eso llegaba tarde.
Van llegando más padres a las cola del registro y en medio de la recepción del hospital se puede observar a dos mujeres, una de las cuales uniformada, en medio de una conversación.
Luego se quejan de que nos quejamos de los funcionarios. Pero me parece muy fuerte que la mujer que llevaba el registro, que supuestamente tendría que estar en su puesto de trabajo a las 9:00, a las 9:20 seguía hablando en el hall, con 3 personas ya haciendo cola en la puerta.
Para mear y no echar gota. Menos mal que la chica compensaba su impuntualidad y falta de seriedad con simpatía y efectividad al trabajar.
El truco del almendruco
Como es el padre el que baja a registrar, él elige el nombre. Es así y ha sido así durante tiempos inmemorables. O eso cuentan las leyendas.
Cuantas veces habré escuchado: me llamo tal, pero mi padre me registró con este otro tal nombre y por eso voy a cambiármelo. Una putada de última hora, o de primera, según a la hora que le dieran la cita.
El caso es que rellené todos los datos, junto con la información de la madre y los míos, escogí el nombre y la chica imprimió todas las hojas del registro.
Faltaba la firma al final, tanto de la madre como del padre. Así que subí a la habitación donde estaba Judit y le dije, “firma aquí”. Ella, sin dudar, firmó donde le indicaba.
Salí de la habitación muy cantarín y, antes de cruzar el marco de la puerta, me giro y le digo a Judit.
Al final le he puesto Miguel Ángel. Es que Ángel solo se queda muy soso. Gracias por firmar.
Salí corriendo antes de que ella pudiera decir nada.
Broma para rato
Al regresar a la habitación, Judit estaba un poco mosqueada.
No será verdad lo que has dicho antes de salir.
Pues claro, contesté yo. Es lo que tiene no revisar los papeles que firmas.
Piensa en el lado positivo, podremos decirle Miigueeeeeéh cuando lo estemos llamando a lo lejos.
Al final, ya viendo que se estaba preocupando de verdad, le dije que no, que se llamaba Ángel Sánchez Navarrete, sin segundos nombres ni nada…
Dedicatoria
Este post se lo dedicamos a todas las enfermeras que estuvieron con nosotros los tres días que duró la hospitalización post parto. Todas ellas se volcaron en nosotros.
Y en especial a Carmen, que hizo todo lo posible porque nuestra estancia fuese lo más agradable posible.
Muchas gracias
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