Si bien es cierto que es la mujer la encargada de gestar y dar a luz al bebé, no cabe duda del papel fundamental que juega el papá en todo momento y en este sentido yo no he podido ser más afortunada.
Desde el día en que juntos descubríamos que íbamos a ser papás y hasta que Ángel llegó al mundo, Antonio se ha involucrado al cien por cien durante todo el embarazo, ha estado en todo momento a mi lado, escuchándome, apoyándome y dándome amor por partida doble. Y es que el embarazo es una etapa en la que la mujer experimenta muchos cambios, tanto físicos como psicológicos, pues nuestro cuerpo es un cóctel de hormonas que no sabemos muy bien como gestionar, por lo que necesitamos mucho apoyo y comprensión y quién mejor que el futuro papá para mimarnos.
En mi caso, durante los primeros meses de embarazo a pesar de la felicidad que me invadía por la vida que crecía dentro de mí, mi humor no era precisamente de lo más agradable, estaba bastante borde y tenía cambios de humor repentinos, pasando de la carcajada al llanto en cuestión de segundos, una situación difícil de sobrellevar, tanto para mí como para los de mi alrededor, pero que Antonio supo gestionar a la perfección y es que a veces pienso que me conoce mejor que yo a mi misma y un abrazo suyo me quita todos los males.
Si durante el embarazo el apoyo del papá es importante, sin duda alguna, el momento en el que el papá juega un papel fundamental es el día del parto, yo no tenía ninguna duda de que Antonio iba a estar a la altura de las circunstancias, pero debo admitir que superó mis expectativas. Yo estaba deseando de que llegara ese día, primero por conocer a mi chico y segundo porque sabía que iba a ser la experiencia más maravillosa que iba a vivir junto a Antonio.
A pesar de que el parto llegó por sorpresa y se desarrolló de forma natural y sin epidural, con el dolor físico que eso conlleva (que no digan que no es para tanto), me mantuve muy tranquila en todo momento, sabiendo que él estaba a mi lado, estaba segura de que estando con él lo conseguiría y así fue. A pesar de que fue un proceso muy largo, casi 20 horas desde que rompí aguas hasta que nació Ángel, Antonio no se separó de mí en ningún momento y el que él estuviera a mi lado me transmitía toda la fuerza y seguridad que yo necesitaba en ese momento para seguir adelante.
Cuando mi cuerpo no soportaba más dolor sólo él supo animarme para continuar sin decaer, me hizo sentir capaz y llegar hasta el final y juntos conseguimos la misión más importante de nuestras vidas, traer al mundo a nuestro bebé. Porque aunque está claro que somos nosotras las que experimentamos físicamente este acontecimiento, es una experiencia muy intensa para la pareja, el parto es de los dos. Durante todo el proceso se creó un vínculo realmente especial entre nosotros, una conexión total, difícil de explicar si no se ha vivido y es que juntos experimentamos la máxima expresión de nuestro amor, la de traer al mundo una vida que nos unió para siempre.
Gracias cariño por cada palabra de ánimo, por cada caricia, por tu apoyo y cariño incondicional, por no separarte de mí ni un momento y vivir conmigo cada segundo del nacimiento de nuestro gordonchi, casi igual que yo misma, si tú estás orgulloso de mí, no te imaginas lo que lo estoy yo de ti, porque no podría haber tenido mejor compañero de vida, ni de parto y Ángel todavía no sabe la suerte que tiene de tenerte como papá.
Te quiero.
Deja una respuesta