Deja de vender tu tiempo: modos de apalancamiento en Internet

Deja de vender tu tiempo: modos de apalancamiento en Internet - El Martinical La Newsletter de los martes 1

En la época de los romanos, sobre el año 326 después de Cristo, una calzada unía Roma con Castrum Truentinum cortando la bota por la mitad.

Esta ruta recibía el nombre de Vía Salaria porque los sabinos la usaban para transportar la sal hasta el río Tiber.

Todo el que allí trabajara, ya fuera transportando la sal o a modo segurata, recibían a cambio un Salarium.

Cambiaban su tiempo por sal.

Hasta aquí nada que no hayas estudiado ya.

Este formato de trueque ha evolucionado poco desde entonces.

Ya trabajemos por cuenta ajena u ofreciendo servicios, cambiamos nuestro tiempo por dinero.

La única forma de “evitar” esto es apalancarte en el tiempo de otros, teniendo empleados o subcontratando servicios.

Que no te apetece pasarte el fin de semana limpiando la casa, contratas una asistenta.

Que tardas 8 horas en hacer la contabilidad del trimestre, contratas un gestor.

El famoso “que lo haga otro”.

Aunque también puedes apalancarte en el dinero, ya sea tuyo o pidiendo prestado.

Seguro que te ha saltado publicidad de algún curso de inversiones inmobiliarias en Youtube.

Te lo resumo por si te lo perdiste.

Pides una hipoteca para comprar un piso y alquilarlo, la diferencia son tus beneficios. Ya tienes un negocio que apenas te lleva tiempo y casi sin inversión inicial.

Así, contado de forma simplista.

En los dos casos, haciendo uso o del dinero o del tiempo de los demás, necesitas su permiso.

Necesitas que estén de acuerdo en el trato que hará que tú trabajes menos haciendo uso de sus recursos.

Casi 1700 años después de que el primer romano recibiera un poco de sal por estar vigilando el tránsito de una carretera, nació Internet.

Y con Internet nacieron nuevas formas de apalancamiento, esta vez sin necesidad de pedir permiso a nadie.

Multiplica tu dinero sin necesidad de movilizar a nadie.

Estas dos formas de multiplicar tu tiempo libre (h/t Naval Ravikant) son los contenidos y el código.

Por primera vez en la historia no tienes que vender tu alma a una editorial ni a una productora, tú mismo puedes autopublicar tus creaciones y venderlo donde te salga.

Creas una vez, vendes infinidad de veces.

Y por supuesto, el coste marginal por cada nueva réplica que vendas, si es en digital, es igual a cero.

Y aquí entra en juego el código.

El código entendido por programas informáticos o software.

El código te permite automatizar tareas repetitivas, no solo para que no las tengas que hacer tú dos veces, sino para que nadie las tenga que repetir.

Y por supuesto, más de uno estará dispuesto a darle la vuelta a la tarjeta para ahorrarse tiempo y dinero.

Inviertes una vez, ganas infinidad de veces.

El apalancamiento antes de Internet era finito y limitado al acceso a los recursos.

Ahora, el apalancamiento es infinito.

No tienes barreras ni fronteras, no tienes limitaciones físicas y el principal recurso que necesitas para empezar los tienes ahora justo delante de tus ojos.

Pero para eso necesitas cambiar el chip.

Dejar de ser un consumidor y pasar al otro lado del espectro, el de los creadores.

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Cada martes a la 13h, una reflexión sobre negocios, filosofía de vida, sentido poco común, hábitos, captación, ventas y persuasión.

Historias fruto de una mente huidiza.

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