Han pasado cuatro meses desde que nos cambió la vida para siempre.
Cuatro meses desde que dejamos de ser dos para ser tres.
Cuatro meses desde que somos una familia.
Ángel hace cuatro meses que llegó a nuestras vidas para hacernos los papis más felices del mundo.
Y es que por mucho que te cuenten los demás sobre lo positivo y lo menos bueno de ser papá o mamá, no es hasta que lo experimentas por ti mismo que sabes lo que realmente se siente.
Esquema del artículo
Los primeros 9 meses pasan más rápidos que los del embarazo
Hemos escuchado varias veces esta frase, principalmente por parte de padres. Creemos que los que afirman eso no han pasado mucho tiempo con sus hijos…
Si te fijas bien, cada día podrás ver como va cambiando, la velocidad con la que le crecen las uñas o el pelo.
O cómo le va creciendo poco a poco la cabecita, se le van separando los ojos, va cogiendo peso, va aprendiendo a hacer más cosas, tarda menos en beberse los biberones y pasa más tiempo despierto.
Los primeros dos meses, coincidiendo con la semi-baja paternal, cada vez que nos despertábamos veíamos algún nuevo cambio en su cuerpo pequeñito. Estaba recuperándose de las 5 semanas que le habían faltado de embarazo.
A eso, si le sumas el hecho de que los días se extienden ilimitadamente, con pequeños microcortes a la fase REM del sueño, los 4 meses se nos han hecho un eternidad
Un cambio a mejor
Desde aquel 28 de enero, a las cuatro de la madrugada, los dos cambiamos para siempre. Sobre todo Judit. Él nos ha hecho mejores en todos los sentidos.
No podemos estar más agradecidos a la vida por habernos dado a este pequeñín juguetón, risueño, bueno, inquieto, atento, cariñoso y sobre todo sano.
Y es que Angelito es un sonrisitas, le encanta que le hablemos, que le cantemos, que bailemos mientras él nos mira y lo paseemos por toda la casa mientras él observa cada detalle y en especial las lámparas.
Se nos pasan las horas volando observándolo mientras él se queda mirando otras cosas, o intentando hacer que se ría, o cuando ya está un poco pesado, intentando hacer que se entretenga con la manta de juegos o en la hamaca.
A partir del cuarto mes todo va rodado
Los primeros dos meses de un bebé diríamos que son los más complicados, hasta que todos nos adaptamos a la nueva situación, sobre todo la mamá, que todavía está recuperándose.
Pero a partir del cuarto mes todo es mucho más fácil, nosotros ya hemos hecho un par de escapaditas en familia y Ángel se ha portado de maravilla, el coche le relaja y va durmiendo todo el camino, así que podemos viajar sin problema.
También hemos conseguido un par de veces que duerma 7 y 8 horas seguidas, todo un logro, que no hemos conseguido replicar.
Ya podemos bañarlo en la bañera-cambiador que le compramos, ya podemos dejarlo sin sujetarlo, y como encaja bien, pues ni se resbala ni se vuelca.
Todo igual, pero acompañados
No estamos de acuerdo en que un hijo te impida continuar con tu vida, está claro que te la cambia, pero no te la bloquea.
Nosotros seguimos saliendo, quedando con los amigos, viajando y haciendo todo prácticamente igual que antes, con la diferencia de que ahora siempre nos acompaña él y eso nos encanta.
Tenemos que calcular una media hora más antes de salir por cuestiones logísticas. Antes echábamos un macuto al coche y a correr, si se nos olvidaba algo ya nos apañaríamos por ahí.
Pero ahora tenemos que echar chasis, capazo, su maleta, el bolso de carro, bolso del crío, el biberón, el dispensador de leche, pañales, una muda de ropa, toallitas, gasas, baberos, dos chupetes, la carpeta con e libro médico, el cambiador, el sonajero, y….. creo que ya está.
Tenemos tan interiorizada la lista que casi la recitamos durmiendo.
Últimas palabras (de la madre…)
Lo cierto es que yo no cambio el ser mamá por nada del mundo, para mí ha sido la experiencia más maravillosa del mundo, ya no hay ni un solo día gris, porque él lo pinta todo de color con cada sonrisa.
Cuando me mira con sus ojitos azules me derrito, creo que nuestro amor es mutuo e infinito.
Y del padre…
Es una verdadera lástima el no poder pasar más tiempo con él. Muchas veces el trabajo me sobrepasa.
Me estoy dando cuenta de que cada día paso menos tiempo con él. Lo dejo escrito aquí para que me duela un poco más, y para que me lo recuerde la gente. El tiempo que no pase ahora con él no volverá jamás.
No hay momento que no aproveche para sacar el tema de lo guapo que está o de lo gordito que se está poniendo, o de que ya pesa 8,5 kg con 4 meses.
Me encanta cambiarlo, ducharlo, vestirlo, darle el bibe o pasearlo por la casa.
Pero lo que más me llena es tenerlo tumbado boca arriba, en la cama, o en la hamaca y hacerle carantoñas a ver cuanto aguanta riéndose.
O cuando se queda mirándome a lo lejos y me sigue con la mirada. O cuando descubre algún sitio nuevo, o cuando se queda mirándose al espejo, o cuando pone cara de tristeza cuando su madre abandona la habitación.
En fin, que me encanta todo de él.
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