Creo que he roto aguas

Creo que he roto aguas - Rompiendo aguas bebe prematuro 35 semanas 1

07:49 de la mañana, una sensación de humedad entre las piernas despierta a Judit:

Antonio, Antonio, creo que he roto aguas.

Así comenzó uno de los días más largos de mi vida, y por qué no, el más importante.

Romper aguas no debería preocupar tanto, es un proceso natural del embarazo que comunica su final. El problema en este caso es que sólo llevábamos 35 semanas de gestación, lo que supone una complicación tanto del parto como del futuro inmediato del feto

Recogiendo

Tranquilamente salí a la cocina donde estaban tomando el desayuno mi madre y mi tía. Tras una pequeña gracia sin sentido, comunico que Judit ha roto aguas. Automáticamente, la cara de mi madre pasó todos los estados de descomposición, llegando a ponerse totalmente colorada con los ojos encharcados en lágrimas.

Mientras, Judit tranquilamente se estaba dando una ducha, con la calma.

Y yo, cómo no, cogiendo todo lo que pudiera para no aburrirme mientras esperábamos en el hospital: la switch, el iPad, el portátil, la cámara de fotos… Me olía que sería una larga espera.

Saliendo ya por la puerta sin haber desayunado ninguno de los dos, Judit divisa encima de la mesa de la cocina un par de tostadas. Voy a tomar algo, dice, y se sienta a prepararse un par de tostadas con tomate. Olé. Mi madre estaba ya comida por los nervios.

Ya en el hospital

A Judit no le correspondía la Arrixaca como hospital. Es más, no le correspondía dar a luz en la región de Murcia. Hasta ahora todas las pruebas se las estaba haciendo en el hospital de Torrevieja.

Y, gran atraso en sanidad, no se puede acceder a las bases de datos entre comunidades. El único documento que tenían de referencia era la cartilla del embarazo.

Sin embargo, por suerte, en esta situación de urgencia lo más cercano era el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca.

A las 10:10 ingresan a Judit. Aún puedo ver como si fuese un gif en loop, a Judit abriendo las piernas para la primera exploración, y un gran chorro de líquido transparente salir a presión buscando empapar al ginecólogo.

La suben a planta

Una vez realizadas todas las exploraciones y ver que todo va bien, que incluso Judit ya ha dilatado 2cm, la suben a planta para esperar a que le empezaran las contracciones.

Nos toca en una habitación con una pareja de 37 años a la que le iban a provocar el parto por que en los últimos análisis le habían dado altos algunos niveles. La chica iba de la muerte con su peinado de peluquería, sus tacones y su bata color beige, destacando sobre el resto de parturientas que vestían el azul hospitalario.

Yo tranquilamente saco mi Switch, me pongo con el Zelda BOTW, y a esperar a que pasen las horas. Con este juego, cualquier espera se hace cortísima.

El matrón dixit

Tanto mi madre como mi suegra se ponen muy pesadas. Van a ser abuelas y la incertidumbre les puede.

A las 7 de la tarde, Judit empieza a sentir las contracciones. Digo a las 7 porque antes de esa hora las estaba llamando dolor de regla.

Llegan las 9 de la noche y las contracciones empiezan a coger ritmo constante. Corriendo, mi madre llama al matrón y empieza a exigirle que se la baje a la sala de Dilatación que ya estaba.

No recuerdo las palabras usadas exactamente por el matrón, pero el resultado fue que mi madre y mi suegra se fueron del hospital, dejándonos solos.

Empiezan las contracciones serias

A partir de este momento las cosas empezaron a ponerse cada vez más intensas.

Los compañeros de cuarto ya habían apagado la televisión y se disponían a descansar. Esto pasó al rededor de las 11 de la noche.

Judit cada vez gritaba más fuerte con cada contracción y se quejaba más fuerte. Instalamos una aplicación para controlar el ritmo de las contracciones y poder avisar al matrón cuando llegaran a la proporción de una cada 3 minutos.

Judit gritaba, los compañeros de cuarto roncando, y yo, viendo el panorama, me dispuse a recoger todas las cosas del cuarto, ya que me olía que en cualquier minuto tendríamos que salir disparados de ahí.

La maleta con la ropa, el bolso de Judit con la tablet y la Switch, las chaquetas, las zapatillas, mi bolso con la cámara, mi otra bandolera con el portátil, bolsas con la ropa sucia, y para más inri, otra bolsa con comida.

Vamos, la típica escena de película americana que llega la mujer embarazada a la puerta del hospital sujetándose la barriga, y detrás, cual serpa, el marido cargado de bolsos, maletas, maxicosi… que apenas dejan ver el rostro enrojecido por el esfuerzo del futuro padre.

Sólo diré que suerte que nosotros aun no teníamos maxicosi.

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