Existen personas, que desde bien pequeñas, saben claramente qué quieren ser de mayores.
O qué quieren hacer en la vida, que al caso es lo mismo.
Personas como Randy Pausch o Viktor Frankl, las cuales tienen un propósito de vida tan potente, que hasta que no cumplen su cometido no permiten que la muerte les sople la nuca.
Estas personas tienen claro cuales son sus sinos. Y además, dan por sentado que ellas y sólo ellas pueden llevar a cabo ese cometido.
Tienen una tarea vital que, a pesar de todos los muros y los obstáculos que se puedan encontrar en el camino, no tirarán la toalla hasta demostrar que están dispuestos a todo con tal de superarlos para llegar al final.
A pesar de que puedas pensar que esta gente son superhéroes, son personas como tú y como yo.
La única diferencia está en que conocen bien la diferencia entre interés y compromiso.
Unas personas tienen interés en estar sanas a principio de año y abandonan el 31 de enero, y estas otras se comprometen con una dieta saludable y ejercicio haciendo de ello un hábito de vida.
Las primeras se lanzan a emprender dándolo todo para terminar chapando 6 meses después, y las segundas aguantan a pulmón toda la travesía del emprendedurismo hasta alcanzar el fuck you money.
Más o menos te haces una idea de la diferencia entre un grupo y otro.
Los obstáculos que aparecen en tu camino son Cancerberos cuyo único propósito es el de separar los fuertes de los flojos.
Cómo una especie de colador.
Colador, que no embudo.
Cada barrera se levanta para que los que vienen detrás de ti no puedan pasar.
Tú solo tienes que superarlo.
Superar esa dificultad. Después, superar la siguiente.
Porque, por duro o fácil que sea, siempre llegará otra.
Tener claro lo que quieres, y estar dispuesto a renunciar al resto de placeres con tal de obtener eso, acompañado de una obligación contraída contigo mismo, es, sin duda, una manera infalible de triunfar.
En este Martinical no te escribo solamente como cabeza inquieta, también lo hago como flojo.
En mi caso, cuando llegaba a un muro excesivamente alto, prefería pivotar antes que intentar escalarlo.
Y no es porque no supiera que podía, sino porque me paraba a pensar que, lo que había al otro lado quizá no mereciera la pena tantísimo esfuerzo.
Convertía un compromiso del Antonio del pasado en un interés caducado en el presente.
¿Que mi mayor sueño en la vida era ser arquitecto? Al poco comenzaba mi carrera como diseñador/ desarrollador web.
¿Que me encontraba con un fuerte batacazo profesional como el que sufrí en abril de 2020? A pivotar de nuevo.
Por si no te has dado cuenta, estas acciones son de perdedores y de flojos.
No estoy hablando de pequeños ajustes en la estrategia basándonos en los aprendizajes para seguir un cambio paralelo.
No.
Yo me salía por la perpendicular.
Llega un punto en que piensas que si no eres capaz de comprometerte y cumplir contigo mismo, ¿cómo vas a cumplir con los demás?
Además, si sigues pensando esto durante demasiado tiempo termina transformándose en una actitud insegura, que hará que empieces a verte más pequeño.
Tan pequeño que los obstáculos que antes superabas sin problema empiezan ahora a suponer un desafío.
Puede, incluso, que una rémora llamada síndrome del impostor se haga fuerte y comience a tomar decisiones sobre lo que tú puedes o no puedes hacer.
Pero existe una salida: todo trabajo para resolver un problema comienza por reconocer su existencia.
Ser consciente del problema, escucharlo, abrazarlo y ablandarlo.
También puedes hablarlo. No hay nada mejor que compartir un lastre para que se haga más liviano.
Yo, que he entrado en consciencia con mi problema, te lo comparto porque quiero que disminuya.
Que se haga más pequeño y así hacerme yo más grande.
El problema más débil, y yo más fuerte.
Comparte tus mayores problemas. Comunicados parecen menos j*didos de lo que te parecían en tu cabeza.
Comprométete contigo, y cumple.
…
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Cada martes a la 13h, una reflexión sobre negocios, filosofía de vida, sentido poco común, hábitos, captación, ventas y persuasión.
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